PIES DESCALZOS, UNO DE LOS MEJORES CÓMICS DE TODOS LOS TIEMPOS

Por Fernán Escudero

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¡Bien! ¡Por fin! Se acaba de publicar la segunda entrega de Pies Descalzos. Una historia de Hiroshima.

Estoy deseando tener un día tranquilo por delante para bebérmela de un solo trago, porque la primera parte, aparecida en julio, me conmovió como hacía tiempo que ninguna lectura lo hacía.

Se trata del nuevo tomo de una edición española de cuatro de la serie japonesa realizada en 1972 por Keiji Nakazawa (1939-2012) en memoria de su madre, junto a quien logró sobrevivir a la masacre atómica de Hiroshima. Con traducción de María Serna Aguirre y Víctor Illera Kanaya para la editorial Debolsillo.

En esta ocasión se incluye prólogo del autor, quien confirma que, como su palpitante viveza demuestra, estamos ante una obra autobiográfica en todos sus pormenores: «Tenía seis años. Le debo mi vida al muro de hormigón de la escuela. Si no hubiera estado a su sombra habría muerto quemado al instante por los 5.00o grados de la ola de calor. En lugar de eso, me vi en un auténtico infierno, cuyos detalles siguen grabados en mi mente como si hubiera ocurrido ayer», escribe Keiji Nazakawa en 2005, sesenta años después.

Durante la posguerra Nazakawa encontró consuelo en el dibujo, inspirado por la influencia de su padre, pintor que sufrió cárcel por sus ideas antibelicistas y tuvo la peor de las muertes junto a los hermanos de Keiji a causa de la bomba del 6 de agosto de 1945: «Hiroshima era un páramo desierto y quemado, y pasábamos hambre a diario, pero cuando dibujaba mangas era feliz y me olvidaba de todo lo demás».

El hijo de Hiroshima

Creo que en mi caso estoy paladeando aún más si cabe este manga porque hace pocos meses ya hice una reveladora inmersión en el tema, cuando rescaté de mi librero de viejo de cabecera un ejemplar de El hijo de Hiroshima, también protagonizado por un niño-adolescente nipón que lucha por sobrevivir con dignidad en el mismo marco que el creador de Pies Descalzos. Sus páginas evocan la pureza e intensidad de pensamientos y sentimientos propias de la adolescencia que nos evoca otra obra testimonial mucho más conocida en nuestra entorno: El Diario de Ana Frank, producto igualmente de la segunda guerra mundial. 

FOTO PIES DESCALZOS Y EL HIJO DE HIROSHIMA

El hijo de Hiroshima recoge la correspondencia entre Isoko e Ichiro Hatano, madre e hijo, y fue un best seller en Japón a finales de los años 50. La edición en castellano que tengo en mis manos es de Plaza y Janés, Barcelona, año 1964. Consiste en cartas y diarios auténticos que narran y analizan los avatares de una familia japonesa ante las duras condiciones de escasez material y de capacidad de raciocinio impuestas por el militarismo.

La familia Hatano, al igual que la de Gen, el protagonista de Pies descalzos, es crítica con el belicismo de sus gobernantes y víctima no solo de los desastres de la guerra sino de la insolidaridad e intolerancia de sus convecinos, porque no se dejan sorber el seso como la gran masa de la población por la propaganda nacionalista que embarcó a Japón en la dialéctica criminal del Eje y retrasó su rendición cuando su derrota por los Aliados era ya claramente irrevocable.

Los dirigentes nipones no supieron reaccionar capitulando ante la evidencia de lo real hasta que el cataclismo atómico fulminó sus ensoñaciones patrióticas de victoria. Así de grande era su complejo de superioridad e invencibilidad, como única nación sobre el globo guiada por un dios en la tierra, su emperador.

Esta ceguera fue utilizada como excusa por otros políticos asimismo desalmados, los de Estados Unidos, para actuar con no menos insensatez que sus enemigos y elevar a la humanidad hasta la cúspide de la historia de la infamia en el tiempo récord de cuatro días. No una sino dos veces consecutivas: Hiroshima y Nagasaki, de cuya aniquilación por la bomba atómica este año se cumple el setenta aniversario.

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Pies descalzos, que aprovecha la baza expresiva del dibujo, y El Hijo de Hiroshima son conmovedores testimonios personales de alcance social y naturalismo poético. Rebasan sus inmensas dimensiones psicológicas y nos hablan de una especie animal primitiva regida por las decrépitas leyes de la tribu todavía. Y quizá para siempre.

Pero puede que no, que el ser humano se sobreponga alguna vez a las limitaciones de su cerebro reptiliano. Porque en ocasiones, sobre el paisaje de destrucción mortal triunfan los valores e instintos superiores encarnados por seres puros como Gen, Ichiro o Ana. O por millones de niños de la guerra que nos hablan sin palabras.

Por favor, cesen ya de sonar los clarines de dioses y banderas. Que los caciques se queden a solas con su ambición sin fin, o que depongan las armas y se unan descalzos al baile de la vida, ya lo bastante compleja en sí misma como para añadirle exaltaciones religioso-nacional-imperialistas, que tan solo son más madera para el fabuloso negocio de la venta de muerte al por mayor y al detalle.

Como el autor, «espero que la historia de Gen transmita a sus lectores el valor inestimable de la paz y el coraje que necesitamos para vivir con fuerza pero pacíficamente».

Y como Robert Crumb, opino que estamos ante «uno de los mejores cómics de todos los tiempos».

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2 respuestas a PIES DESCALZOS, UNO DE LOS MEJORES CÓMICS DE TODOS LOS TIEMPOS

  1. María José dijo:

    Fantástico lo que cuentas y sublime el compromiso que veo en cada línea. Pero lo mejor de todo volver a encontrar una entrada tuya. Perdí tu contacto hace mucho tiempo y me apetecía tanto volver a hablar contigo, Fernán Escudero. Porfa un correo. El mío es mjafaro@hotmail.com
    Si, si soy yo, María José la «perdidiña». Es un gusto leerte y muy fácil entenderte, porque yo vivo en el país de los caciques, en el que la aniquilación se produce sin armas químicas. Les basta con hacer creer al pueblo que no vale nada. Que sin ellos, no son nada. Ya voy corriendo a por el libro y esta vez no pierdo tu contacto, palabrita de la abuela Pepa.

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